EL POLI AL DÍA

La historia detrás del creador de la tinta indeleble

Reportero: Enrique Soto / Fotógrafo: Israel Vera - 27 / 05 / 2025
La historia detrás del creador de la tinta indeleble

El pigmentador se usa en elecciones en México desde 1994 y forma parte de los candados para dar certeza

DATOS DE INTERÉS

El pigmentador indeleble creado por Filiberto Vázquez Dávila se empleó por primera vez el 21 de agosto de 1994. Hoy, dicha invención es usada en varios países.

Al cumplirse 30 años de la creación de la tinta indeleble (también conocida como “pigmentador”) con la que se marca el dactilar de las y los mexicanos que votan, y que ha dado transparencia y seguridad a procesos electorales de México y de países en América Latina, el científico de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas (ENCB), Filiberto Vázquez Dávila, comparte anécdotas y sucesos que ocurrieron a lo largo de su vida y que lo llevaron a convertirse en el Ingeniero Bioquímico orgullo del Instituto Politécnico Nacional (IPN).

Desde la Planta de Producción del Pigmentador Indeleble, el profesor “Fili” -como le dicen con cariño sus alumnos y colegas científicos de esta unidad académica fundadora del IPN-, cuenta que nació en 1943 y fue hijo único de un matrimonio cuyas raíces se situaban en el pueblo de Atemajac de Brizuela, ubicado en la sierra de Jalisco. Su padre fue un trabajador maderero y su madre ama de casa.

Con su forma de hablar pausada y serena, el científico relata que se aficionó por los fenómenos químicos que suceden en la naturaleza, particularmente por las flores, frutos y plantas coloridas. Esta inquietud por descubrir de dónde surgen los colores de la vegetación, lo llevó a caminar por los senderos de la ciencia y la química.

Tiempos difíciles y la afición por la Chivas

Al igual que muchas familias de aquellos tiempos (1956), los padres del profesor “Fili” buscaron encontrar una mejor calidad de vida en la capital del país. Como la economía era complicada, decidió apoyar a sus padres vendiendo limones por las calles de aquel México, en el que había tranvías, trolebuses y pocos automóviles, donde se veían unas estructuras metálicas muy grandes, que daban forma a un edificio que después sería conocido como la Torre Latinoamericana.

“Agarraba una canasta grande y recorría colonias donde había casas con rejas. En una ocasión caminé por donde estaba un estacionamiento y me resbalé, porque había aceite. Recuerdo que ahí vivía un sacerdote. Entonces tiré todos los limones y las personas que se percataron me ayudaron a juntarlos; pues resultó que me compraron casi todo”, relató.

Filiberto Vázquez cursó su educación primaria en la Escuela Ing. Armando I. Santacruz, que se ubicaba en la colonia Moctezuma.

Con una sonrisa pícara cuenta: “Me dedicaba mucho al futbol. Me acuerdo de un partido que jugamos en un pueblo y el resultado fue 4 a 0 favorable a mi equipo. Yo metí todos los goles; era el centro delantero”.

Como buen jalisciense, Filiberto Vázquez se reconoce como un aficionado de hueso colorado del equipo de futbol profesional a la Chivas. Reconoció que en algún momento de su vida estuvo a punto de dejar de lado su formación profesional por la pasión del futbol. Sin embargo, el destino lo llevó a meter goles en la académica y en los laboratorios de química.

“…La tinta la pones superficialmente y se quita. Hice un análisis de lo que se necesitaba y cree un líquido que penetrara la piel…”.-Filiberto Vázquez

Recuerda que desde pequeño la escuela se le hacía muy fácil y nunca tuvo problemas de aprendizaje a lo largo de su formación. Por el interés en el color de la naturaleza y de aprender más acerca de la química, se inscribió en la Vocacional que se ubicaba en el Casco de Santo Tomás.

Posteriormente, se enteró de una institución en la que se ofrecían estudios de biología y así llegó a la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas (ENCB), donde se formó como Ingeniero Bioquímico; años después estudió la Maestría en Química. Los conocimientos adquiridos –detalla- le han ayudado a hacer realidad múltiples proyectos, entre ellos, la creación de compuestos medicinales (fármacos) y tintas reactivas para seguridad bancaria e industrial.

La historia detrás del creador de la tinta indeleble
La historia detrás del creador de la tinta indeleble

La química del amor

En las aulas politécnicas también encontró la química del amor y a su compañera de vida: “Una ocasión estaba junto al mural de la ENCB (creado por el artista plástico David Alfaro Siqueiros) y llegó ella: Martha Magdalena Meneses Pérez. Me preguntó si había renovado mi beca y le dije que nunca había tenido beca. Ella me llevó con el subdirector y me ayudó a obtener ese apoyo, que sólo se les daba a los que tenían un promedio de ocho para arriba. ¡Cuando llegué a mi casa le di la noticia a mi mamá y se puso muy contenta!”. Ya en el cuarto año de la carrera –explica- “Martha también me ayudó a participar en el concurso para maestro y gané una plaza siendo estudiante. Los dos nos convertimos en maestros (1967), nos casamos y compartimos la docencia por muchos años”, rememora el profesor Filiberto, quien recuerda con profunda tristeza la partida de su compañera el pasado 4 de octubre de 2024.

Tras hacer una pausa, recuerda que hizo tintas para varios periódicos de circulación nacional: “Elaboré tintas para El Nacional y El Universal, así como para los Talleres Gráficos de la Nación. Por la petición del entonces director del periódico El Nacional, se tenían que comprar tinta en los Estados Unidos y para evitar esto me llevaron. Les pedí una semana y me dieron unas muestras de las tintas (negro, azul, amarillo y rojo), para ver cómo era las que compraban”.

Elaboró las tintas, pero había que molerlas, porque salían con mucho grumo: “Mi esposa con su hermano me ayudaron a mezclarlas y aun así se sentían los grumitos. Le dije al prensista que si se descomponía la máquina yo no tenía la culpa. Después me avisaron que habían dado resultado y me quité esa gran preocupación; me dediqué a hacerles tinta por muchos años”, cuenta. Estuvo un tiempo en El Universal y después se regresó a la escuela: “Al mes salió la convocatoria del entonces Instituto Federal Electoral (IFE), hoy Instituto Nacional Electoral (INE), para realizar una tinta indeleble, pero no elaboré una tinta, sino un pigmentador”.

“No les dije lo que había creado, porque la tinta la pones superficialmente y se quita. Hice un análisis de lo que se necesitaba y cree un líquido que penetrara la piel. Hice una muestra de 10 mililitros y se las presenté. Ya habían probado más de 50 muestras y ya casi se habían decidido por una, pero probaron mi muestra y ésta sí aguantó todo. El líquido reacciona químicamente con las células de la piel, para producir una coloración que no se puede borrar. La única forma de quitarla es con un pela-papas”, manifiesta con una sonrisa de orgullo y satisfacción.

La primera vez

Vázquez Dávila indica que el 21 de agosto de 1994 se empleó por primera vez el pigmentador indeleble: “En ese momento no vislumbraba hasta dónde iba a llegar esta inventiva. Ahora el líquido indeleble no sólo se emplea en México, sino en países de Latinoamérica: El Salvador, Honduras, Nicaragua y República Dominicana”.

En la víspera del Proceso Electoral Federal Extraordinario en el que por primera ocasión en México se elegirá a los representantes del Poder Judicial y cuyo pigmentador indeleble será empleado para marcar el pulgar los mexicanos, el catedrático e investigador -quien también desarrolló compuestos medicinales económicos, con los cuales se pudieron disminuir grandes importaciones- revela: “A lo largo de estos años he tenido éxito, porque aproveché las circunstancias de la vida y del destino, con un poco de conocimiento y ganas de salir adelante”.

El científico asevera que a lo largo de su camino por la docencia han pasado por sus aulas y laboratorios ex directores generales del IPN, así como grandes profesionales que lo estiman y con su trabajo ponen “La técnica al servicio de la patria”.

Sin duda, el nombre del profesor Filiberto Vázquez Dávila ha quedado grabado con letras de oro en las páginas de la historia de esta casa de estudios y en el corazón de la comunidad politécnica, por ser una persona humilde que ha puesto todo su esfuerzo para formar un sinnúmero de generaciones y por su mayor invención: el pigmentador indeleble.

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